
El coche del que durante años fue matador de toros, José Ortega Cano, impactó frontalmente contra el vehículo de Carlos Parra acabando con la vida de este último y sacudiendo fuertemente la salud y el estado del torero.
Sin entrar en lo mucho o poco respetable que me parece la profesión de Ortega Cano, lo que me parece insultante para toda una familia e incluso para los que cada día nos exponemos a los medios de comunicación, tenemos familia, cogemos el coche, vivimos crisis, guerras o vemos hambre y muerte es la expectación levantada hacia el estado de salud del conductor. Sin parar más de un minuto a recordar que éste fue el causante de la muerte de un inocente.
Nada soluciona si el torero iba o no borracho, estaba o no deprimido o se había dormido al volante, todo esto no hace más que aumentar la gravedad del asunto y reflejar una prioridad preocupante de los valores de nuestra sociedad. Encuentro poco ético que la primera noticia de unos informativos de máxima audiencia sea el estado de gravedad de un torero tras un accidente de tráfico, donde solo se menciona de paso que en dicho accidente murió un hombre que iba circulando por la vía con total normalidad.

Carla Vallès
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